Las aves son maestras de la navegación. Para poder llegar a su destino deben de conocer la dirección en la que deben volar, o sea, deben orientarse, y además ser capaces de reconocer el sitio final. Para hacerlo, utilizan básicamente tres brújulas: el magnético, las estrellas y el sol.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha registrado en todo el mundo un descenso generalizado en las cifras de aves que se desplazan. Este fenómeno, que afecta a numerosas especies, se ha atribuido al impacto de las actividades humanas, entre ellas la pérdida de hábitat, la caza y el cambio climático.
Amenazas y conservación
La concentración de aves durante la migración puede poner las especies en riesgo. Algunas de las especies migrantes más espectaculares ya se han extinguido, la más notable es Ectopistes migratorius (paloma viajera). Durante sus migraciones las bandadas eran de 1,6 km de ancho y 500 km de largo, tomando varios días para pasar y conteniendo hasta mil millones de aves.
Otras áreas significativas incluyen las áreas de parada transitoria entre los territorios de cría y los de invernada.
Un estudio de captura y recaptura de paseriformes migrantes que tienen alta fidelidad a sus territorios de cría e invernada no mostró una asociación estricta similar con las áreas de parada transitoria.
La caza a lo largo de las rutas migratorias puede causar una grave mortalidad. Las poblaciones de Grus leucogeranus (grulla siberiana) que invernan en la India declinaron debido a la caza en las rutas de tránsito, particularmente en Afganistán y Asia Central. Por última vez se vieron estas aves en 2002 en su sitio favorito de invernada en el Parque nacional de Keoladeo.
La conservación de una región centroamericana
Un nuevo artículo publicado en la revista ‘The Auk: Ornithological Advances’ ha identificado un área previamente ignorada que es crítica para la conservación: la región entre el sur de México y Guatemala donde los pájaros cantores se alimentan antes de llevar a cabo un vuelo agotador a través del Golfo de México.
Los investigadores utilizaron geolocalizadores ligeros para identificar las estrategias de migración de la curruca de alas doradas, una especie vulnerable y en declive, y encontraron que el 80 por ciento de los individuos pasaron una semana en el sur de México y Guatemala para alimentarse y acumular reservas para el vuelo sobre el Golfo de México que realizan en la migración de primavera. La importancia de esta región era previamente desconocida, y se necesita su conservación dada la rápida conversión de estos hábitats naturales en pastizales y tierras de cultivo.
Si bien la mayoría de las currucas de alas doradas se detuvieron en esta región, no todas lo hicieron. Algunas que pasaron el invierno en el norte de Centroamérica pudieron realizar el vuelo trans-golfo directamente desde sus terrenos de hibernación sin la escala. “Este es un hallazgo importante”, apunta Ruth Bennett del Centro Smithsonian de Aves Migratorias, “porque las aves que migraron directamente a través del Golfo pudieron reducir una semana su tiempo total de migración. Estas aves pueden experimentar una ventaja selectiva en la primavera”. Esto se debe a que las currucas macho se desplazan hacia el norte en la migración de primavera para establecer territorios de reproducción.
Los resultados del estudio sugieren que el período de primavera requiere más energía y presenta un mayor riesgo de depredación y hambre, mientras que la migración de otoño permite una mayor flexibilidad para minimizar los costos de energía y evitar riesgos.